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Cosmética con conciencia: ¿Sabes realmente qué estás aplicando en tu piel?

Cosmética con conciencia: ¿Sabes realmente qué estás aplicando en tu piel?

Cosmética con conciencia: ¿Sabes realmente qué estás aplicando en tu piel?

En el mundo de la cosmética profesional, cada vez más clientes y profesionales se interesan por los ingredientes que componen sus productos. Y no es para menos. La piel es nuestro órgano más extenso y absorbe todo lo que ponemos sobre ella. Sin embargo, muchas veces se pasa por alto lo más básico: la formulación.

Un ejemplo claro son las lanolinas, grasas animales ampliamente utilizadas en cosmética por su capacidad para espesar texturas. El problema es que estas sustancias tienden a obstruir el poro, provocando la aparición de granitos sin abertura —comúnmente visibles en la frente y la nariz— que reflejan una piel bloqueada, congestionada.

Nuestras fórmulas son LIMPIAS.

Por ejemplo, Juliette Armand no incluye lanolinas en sus fórmulas, un dato importante que demuestra su compromiso con la salud cutánea.

Otro punto a tener en cuenta son los alcoholes, formaldehídos y surfactantes agresivos como el Sodium Lauryl Sulfate (SLS) o el Sodium Laureth Sulfate (SLES), presentes en muchos productos de limpieza facial. Estos ingredientes no solo pueden dañar la barrera cutánea, sino que también resultan irritantes, especialmente en pieles sensibles. La ausencia de estos en las fórmulas de Juliette Armand no es casualidad, sino parte de una filosofía centrada en la tolerancia dérmica y la eficacia real.

Y llegamos al tema de los perfumes, una preocupación recurrente entre quienes provienen de marcas donde históricamente se ha trabajado sin fragancias ni colorantes artificiales.

Es lógico que el usuario que ha sido educado en esa línea cuestione su presencia en otras marcas. Sin embargo, es importante entender que el perfume en cosmética tiene un objetivo sensorial, no terapéutico. Hace más agradable la aplicación del producto, y convierte un tratamiento en una rutina SENSORIAL que trata la piel, el cuerpo y la mente.

Es verdad, como no decirlo, que puede convertirse en un sensibilizante de una piel reactiva. Por eso, en Juliette Armand hay líneas como Ameson, que formulan sin perfumes añadidos, garantizando máxima tolerancia.

Pero no perdamos el foco.

El problema no está solo en los perfumes. Muchos productos que se venden en farmacias, y son ampliamente utilizados a diario, contienen ingredientes de baja calidad. Es el caso de cremas cuyo INCI comienza con petrolatum y mineral oil —derivados directos del petróleo- nocivos para la salud.

Por eso, es importante aplicar el mismo nivel de exigencia a todos los ingredientes. Si eres estricto con los perfumes, también deberías serlo con el uso de lanolinas, derivados del petróleo o siliconas pesadas. La coherencia es fundamental. Tu piel no está más protegida por criticar una fórmula con algo de perfume si en el resto de tus cosméticos hay sustancias oclusivas o potencialmente perjudiciales.

Estamos rodeados de perfumes: en el gel de ducha, el champú, el detergente, el jabón de manos, el lavavajillas. Y sin embargo, cuando se trata de cosmética facial, es ahí donde se genera la controversia. ¿Por qué? Porque en realidad no se trata solo de ingredientes, sino de educación cosmética, de saber leer un INCI, de entender qué hace cada componente y cómo afecta a la piel.

En definitiva, marcas como Juliette Armand, Bio-therapeutic, Exel Green y Caviar of Switzerland, representan una nueva generación de cosmética más respetuosa con la piel.

Su compromiso va más allá del marketing: se refleja en cada fórmula. La piel merece respeto y conocimiento, y ese debería ser siempre el punto de partida de cualquier rutina cosmética profesional y en casa.




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